Aquella noche Juan
no conseguía dormirse. No corría la menor brisa a pesar de haber
abierto la ventana. Y el calor lo impregnaba todo con pesadez de
plomo. A lo lejos, se escuchaba el tintineo cansino de las gotas de
agua escapándose por el grifo. Ese grifo que Juan nunca se
preocupaba por girar hasta el final y por supuesto, jamás se
levantaba para cerrar bien. Pero en esa ocasión se estaba
convirtiendo en una auténtica tortura, así que con lentitud y
desgana se deslizó entre las sábanas y se dirigió al cuarto de
baño. Encendió la luz y con mucha decisión, por no llamarlo
enfado, puso su muñeca en acción para acabar con el soniquete. Y
fue, mientras comprobaba que seguía habiendo escapes, cuando su
rostro adormecido se encontró con su reflejo...y el sobresalto fue
histórico.
Sus manos, su cara y
todo su cuerpo, parecían pegados a sus huesos como un pergamino.
¡Soy una momia!,
chilló. Se frotó lo ojos con energía en un intento de despertar de
una amarga pesadilla y cómo le dolió, porque sus dedos estaban
ásperos como la lija.
Abrió de nuevo el
grifo y se salpicó de agua por todos lados, pero ni siquiera se
mojó. Era como si su cuerpo fuera impermeable y el agua no pudiera
penetrar en él.
Intentó llorar,
pero ni una lágrima brotaba de sus ojos.
-¿Qué me está
pasando?- comentó en voz baja.
-Que como tú no te
preocupas por cuidar el agua, ella tampoco se va a preocupar de
cuidarte a ti...
Este chorrito de
voz, provenía de una silueta con apariencia de niña hecha de agua,
que se balanceaba sujeta a la ducha, haciendo piruetas como una
estrella circense.
-¿Eh?¿Y tú quién
eres?- preguntó Juan pensando que iba a desmayarse antes de conocer
la respuesta.
-Mi nombre es
Mizumi.... que significa lago en japonés - dijo la niña, mientras
daba un triple mortal con tirabuzón y caía sobre la cabeza de Juan
en posición perfecta.
-Misu..Mizu...bueno,
como te llames, ¿se puede saber de dónde has salido?...
-De la alcachofa de
la ducha. Es así como me traslado...-comentó con naturalidad,
mientras se arreglaba un mechón de agua del cabello que con las
volteretas se le había despeinado.
-¡Ah, claro! ¡Tiene
su lógica! - ironizó el niño- .Tranquilo Juan, -dijo
autoanimándose. En unos segundos te habrás despertado de esta
pesadilla, y ya no tendrás cara de mojama ni estarás de cháchara
con un botijo parlante...
-¿Botijo yo? Además
de antiecológico, ¡insultón!- respondió la niña, al tiempo que
una especie de tsunami interior mostraba su enfado, con olas que
crecían y parecían que iban a desbordarse.
-Perdona, perdona
-se disculpó Juan un tanto atemorizado-. No hace falta que te pongas
así, compréndelo, de repente todo esto es nuevo para mí....No
entiendo nada...
-Si me dejas, quizás
pueda explicártelo. Verás, cada vez más en las grandes ciudades,
la gente se olvida de que el agua es un bien escaso. Piensan que el
agua es inagotable, que llega por las cañerías a los grifos y no
hay más que abrirlos y ya está. Muchos, entre los que tú te
encuentras, ni siquiera se molestan en cerrar bien el grifo, con lo
cual, hay miles de gotas que se pierden día a día, por un
capricho,o por no hacer un simple gesto. Esas gotas a las que nadie
parecemos importar y que acabamos en las cloacas, decidimos
rebelarnos y crear una brigada especial. Y así nació: A.G.U.A: Asociación
de Gotas
Unidas
Antimanirrotas. No estamos dispuestas a
aguantar vuestra falta de respeto . Y pensamos que todos aquellos
que no nos valoráis, deberíais recibir una cucharadita de vuestra
misma medicina : el Efecto Boomerangua....
-¿Quieres
decir que como he dejado escapar el agua, ahora el agua se escapa de
mí?- preguntó Juan temeroso.
-No
andas desencaminado...Mi cuerpo está hecho de todas las gotas que
has dejado escapar en el último mes, por eso he sido asignada tu
agente. Desde entonces, he intentado llamar tu atención por todos
los medios. Por ejemplo, haciendo que mis gotas saltaran estilo
“bomba” para hacer más ruido, pataleando las cañerías para
crear eco, oxidando la ducha para que te mancharas los dedos,
mezclándome con el jabón para que te escurrieras....y nada de
nada!!!! Por eso , he tenido que tomar medidas más drásticas...
-Ya
veo, chuparme el agua como si fuera un polo o resecarme como un
arenque- se quejó el niño contrariado.
-Bueno,
para tu tranquilidad, te informaré de que ha habido casos más
graves, como el de Jorge , alias “El Pequeño Sáhara”. Cada
mañana abría la ducha y se volvía a la cama, dejando el agua
correr durante más de diez minutos, según él, para que saliera más
calentita, pero en realidad por pura vagancia...¿Sabes cuántos
litros desperdiciaba? Tantos que, que en menos de tres días, tras
aplicarle el Efecto Boomerangua, que es más o menos...jejejeje...
proporcional a la cantidad perdida, quedó convertido en arenilla de
desierto. Su madre no llegó a aspirarlo porque , coronando la
montañita a la que quedó reducido, apareció su aparato de
ortodoncia...que si no!
-¿Y
qué ocurrió después?- preguntó intrigado Juan.
-Formó
parte del Belén familiar durante varias Navidades, mezclado con el
serrín a modo de desierto, hasta que una profunda tristeza provocó
que le brotaran lágrimas de arrepentimiento, devolviendo a su cuerpo
la hidratación natural. Ahora es biólogo marino, y no hay quien le
saque del océano. Y aborrece tanto los polvorones como las
panderetas.
-¿Algún
caso más?- preguntó Juan asombrado.
-¡Huy
¡No tengo gotas en la mano para contarlos!,-exageró Muzumi
salpicando agüilla al
gesticular
-. Y para que veas que esto no es cuestión de edad ni de sexo, uno
muy nombrado fue el de “Dora Lavadoras”, una madre de familia
obsesionada con la limpieza, que ponía lavadoras por doquier con
sólo una prenda. Una mañana cuando se disponía a conectar la
máquina para lavar un simple calzoncillo, el Efecto Boomerangua la
dejó hecha polvo...polvo de detergente. La estuvieron utilizando en
casa hasta que se terminó el envase. Y lo más curioso es que hasta
este momento nadie la echó de menos. Esto le provocó un tremendo
disgusto. Y su lagrimal hecho polvillo , que estaba incrustado en un
ojal, comenzó a destilar. Gracias a ello se dieron cuenta. Pero fue
difícil recomponerla porque parecía un puzzle : la boca en el
cuello de una camisa, las piernas dobladitas en
un bolsillo, las orejas en la capucha de un chándal....Apareció
todo menos el dedo gordo del pie derecho, que pensamos estaría en un
calcetín que se voló del tendedero. Ahora llena el tambor de la
lavadora hasta los topes y usa siempre el programa económico.
-Y
yo....¿voy a terminar mis días en el arenero del gato?-comentó el
niño en tono humorístico.
-¿Cómo
lo has averiguado?Uhmm...seguramente por ese aspecto de sardina seca
que se te está poniendo!!!-se burló Mizumi.
-¿Qué
puedo hacer para evitarlo? ¡Dime, por favor!¡No quiero que la
última imagen de mi vida sea los bigotes de Pipo haciéndome
cosquillas!
-¡Eres
un chico muy ingenioso! ¡Derrochas imaginación! ¡Casi tanta como
agua!...Jejeeje...Como verás, a mi también se me dan muy bien los
juegos y las asociaciones de ideas....Pero déjame que te cuente otro
caso. El de “Anita, Por tu Cara Bonita”. Totalmente escandaloso,
porque esta chica utilizaba el váter como si fuera una basura.
Sacaba punta al lápiz de los ojos, echaba las virutas y tiraba de la
cadena. Se desmaquillaba con una toallita, la lanzaba al inodoro,y
tiraba de la cadena.
Se
ponía algodón entre los dedos de los pies para pintarse las uñas ,
de nuevo al inodoro y a tirar de la cadena. Se sonaba la nariz con un
pañuelo de papel y....
-¡No
me lo digas! ¡Encestaba en el váter y tiraba de la cadena!
-¡Casi
diez litros desperdiciados cada vez ! ¡Por su cara bonita! Así que
una tarde que fue a tirar por enésima vez, una corriente de sequedad
recorrió su cuerpo de la mano al callo del pie...Y en cuestión de
segundos se convirtió en maquillaje en polvo. Bastó una ventana
abierta y un golpe de aire para arrastrarla. Sólo quedó de ella sus
pestañas postizas, que las compañeras de piso compartieron como
buenas amigas. Pensamos que quizá se colara por una alcantarilla y
esté disfrutando del viaje junto a sus desperdicios de belleza.
Volverá a su ser cuando elimine de las aguas todos y cada uno de
ellos, lo cual, desgraciadamente, le llevará mucho tiempo...
-¡Qué
asco!, exclamó Juan.
-No
más asqueroso que su comportamiento, sentenció Mizumi.
-¡¡¡Nunca
pensé que se pudiera derrochar tanta agua y por descuidos tan
tontos!!! -se lamentó Juan.
Y
al decir esto, un moflete del niño se infló recuperando su estado
normal ,al tiempo que producía un sonido similar a los globos cuando
se hinchan.
-¡Mira,
mira! ¡Tu recuperación está en marcha! ¡Eso es que te estás
dando cuenta de la importancia del asunto!-señaló Mizumi provocando
un pequeño oleaje de alegría en su interior.
-¿Y
qué más puedo hacer para acelerar mi recuperación? - se animó el
niño.
-¿Arreglar
el grifo para que no gotee?¡No es tan complicado! Unas cuantas
vueltas con la llave inglesa, y solucionado....
Dicho
y hecho. Juan se fue corriendo al armario de las herramientas y en un
pis pas estaba metido en la ducha apretando con todas su fuerzas la
llave de paso. Comenzó a notar gotas de sudor resbalando por su
cara...
-¡Es
una buena señal! El agua está volviendo a ti....
Su
cara estaba roja como una sandía recién abierta y en sus manos la
herramienta se le escurría...
-¡Justo
ahora que me vendría bien no sudar!¡Toma sudor!- se quejaba Juan.
-¡Ánimo!
¡Un último esfuerzo! -le jaleaba Mizumi.
Y
de repente, un resbalón inoportuno de Juan que, para evitar la
caída, se agarra a la tubería de la ducha, arráncandola de cuajo
de la pared ...y AGUA VA!!!!! El niño se siente como si estuviera
debajo de una inmensa catarata, cuya cortina de agua le impide ver y
moverse. Su instinto le hace pedir socorro a gritos...
-¡Juan
Juan!¿Estás bien?
-¿Mamá?
¿Eres tú?- preguntó el niño abriendo los ojos y sintiéndose
avanzar por un túnel negro y pesado hacia una lechosa claridad.
-Sí,
tranquilo...Estabas soñando...Seguramente una pesadilla horrible,
porque estás empapado de sudor...
-¡No
es sudor! Verás yo estaba arreglando el grifo y de repente ha
reventado la cañería …
-Juan,
ha sido una pesadilla...No te has movido de la cama...
-Pero,
¿qué dices? ¡No lo entiendes! Yo estaba en el baño con Mizumi...
-¿Mizumi?¿Quién
es Mizumi? Seguro que uno de esos monstruos de tus dichosos juegos...
Acabo
de pasar por delante del baño y allí no ha nadie. Ni ninguna
tubería rota. Es más, el grifo que estaba estropeado ha dejado de
gotear...Todo ha sido un sueño, un mal sueño ....Vuélvete a dormir
y descansa.
Juan
se acordó de su piel de lija y se palpó con las manos el cuerpo al
completo , y suspiró al comprobar que su piel había recuperado la
normalidad. Pero no, no podía haber sido un sueño, aunque su madre
lo dijera. Lo recordaba todo tan real: Mizumi, la charla, el
agua...Se giró hacia el otro lado de la cama y de repente escuchó
un sonido metálico golpeándose contra el suelo. “¡La llave
inglesa!”, dijo sonriendo. “¡Lo sabía!.
A
continuación, el vaso de la mesita de noche comenzó a vibrar con un
débil oleaje.
-¿Qué,
Mizumi? ¿Ahora vas de incógnito?- bromeó Juan al vislumbrar
burbujitas que dibujaban en el agua pedorretas, gorgoritos.. .Y
entonces, pudo escuchar ese chorrito de voz que le resultaba tan
familiar, susurrándole desde el vaso:
“¡No
te olvides de la noche de las gotas perdidas!”.
Y
Juan sabía que nunca la olvidaría. Porque había comprendido que la
vida estaba hecha de gotas, y que gotita a gotita es mucho lo que
puede perderse.
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