Y como mi héroe, James Bond, tengo un alma de
aventurero, eso sí atrapada en un cuerpecito de roedor.
Soy la mascota de una familia corriente y
moliente: padre y madre trabajadores con la parejita típica: Vera,
de 7 años loca por el “Mundo Barbie” , “Las Bratzs” y “Hello
Kitty”. Y Óscar, de 10, fan de la ciencia ficción, las aventuras
y todo lo que implique acción.
Vivimos en un adosado de una urbanización a las
afueras de la ciudad que cada mañana se queda vacía cuando
comienza el ir y venir de coches hacia el colegio y las oficinas.
De 8 y media a 5 es la libertad, porque salvo las
horas que viene Paquita, la asistenta, la casa se queda para mí solo
y es entonces cuando me entreno para el día en que pueda hacer
realidad mi gran aventura más allá de estas cuatro paredes, como mi
primo sexto “Ratatouille”, a quien admiro por encima de todo. Es
mi modelo y mi inspiración. De la nada al estrellato. Eso sí que
tiene mérito.
Y es que yo, además de este ansia por la
aventura, soy un enamorado del cine. Y son estas dos pasiones
combinadas las que ocupan mi cabeza ideando ensayos y pruebas para
llevar a la práctica.
Afortunadamente en los armarios de mis dueños
dispongo de abundante material para montar mis historias , y como son
niño y niña, encuentro vestuario, maquillaje, actrices y actores
secundarios, vehículos, decoración....¡No puedo quejarme!
Pero no quiero entretenerme más en estos detalles
sin importancia sino pasar a contaros todas y cada una de mis
aventuras de andar por casa.
¿Qué tal si empezamos por 007, el famoso James
Bond? Por supuesto que en esta representación yo soy el auténtico
protagonista y para ello, me voy al armario de los juguetes de Vera,
le cojo prestado un smoking a Ken, y me acerco a Barbie elevando la
ceja con gesto seductor , presentándome: “Mi nombre es Ter, Háms
Ter”. Y ella, seducida por mis encantos se hace al otro lado del
cadillac fucsia y me invita a subir. Es entonces cuando iniciamos la
gran carrera por toda la casa. Piso a fondo el acelerador y bajamos
por la escalera de caracol jugándonos el tipo. Hacemos derrapes por
el pasillo, esquivamos los muebles en un slalom enloquecido y luego
la devuelvo sana y salva al armario. Aunque alguna vez se me han
acabado las pilas del cadillac en plena acción y me ha tocado subir
a hombros el coche con Barbie dentro, porque yo, como Bond, soy todo
un caballero.
Otras veces soy un Yedi en mi versión de las
Guerra de las Galaxias que yo denomino “El Imperio contra Paca”,
porque dejo el cuarto de Oscar como una leonera galáctica, llena de
naves, robots, espadas, y claro a la pobre Paquita, la asistenta, no
le queda más remedio que recogerlo todo. En estos ensayos la
comprobación del estado de las pilas es sumamente importante porque
si no me pego unas piñas desde las alturas en la nave espacial que
un día me voy a dejar la dentadura clavada en la moqueta.
El montaje de “Piratas de Bañera” me da
mucho trabajo. Tengo que colocar el Barco de los Cliks en el camión
hormigonera y conducirlo hasta el baño. Una vez allí, abrir los
grifos, montar un sistema de poleas...¡Agotador! Y para adaptar la
imagen del Capitán Sparrow tengo que optar por quitarle la peluca a
una de las princesas Disney y hacerle unas rastas, o tomar prestrada
la melena a una especie de “Bratz” gótica que me da un poquito
de miedo, o mejor dicho impresión, porque miedo es una palabra que
tiene que estar fuera del vocabulario de un aventurero. Una vez que
zarpamos, arrojo al agua el bote de gel familiar y el champú, para
provocar olas y que la travesía resulte muy agitada, aunque sin
pasarse porque una vez volcamos y al intentar salir a la superficie
me agarré a la cadena del tapón y sin querer lo quité, ¡vaya
susto! me faltó un pelín de roedor para irme por el sumidero, pero
tres o cuatro Cliks fueron arrastrados por la corriente. No puede
hacer nada para salvarlos, pero bueno, los héroes también comenten
fallos.
. A veces este mismo escenario lo utilizo para
“Titánic” que yo he cambido a “Ratánic”, pero represento la
parte tranquila donde se canta la canción, con “Hello Kitty” de
compañera, que es la más rosa y de tamaño más parecido al mío
para hacer buena pareja y no naufragar por un exceso de peso en la
proa.
Para “Hamsterson Crusoe” utilizo la Isla donde
vive Tortu, la otra mascota de la casa, que es un tortuga sin el más
mínimo espíritu aventurero. Intento luchar con ella, simulando una
batalla a muerte para hacernos con la Isla donde no hay espacio para
ambos, pero en cuanto me ve aparecer sale huyendo, a su paso, pero
supuestamente huyendo. Así que me estropea el argumento.
Para preparar la “Momia” debo introducirme en
la caja de los adornos de Navidad, ¡y vaya belén que se organiza,
nunca mejor dicho!, porque se me enreda el espumillón en las patas y
me lo tengo que quitar a mordiscos. De aquí, saco los camellos,
aunque vayan los reyes Magos encima, pero yo como si no los viera.
Cojo un poquito de serrín para hacer el desierto y lo combino con
la haima de Aladín y Yasmín. Lo más complicado es liarme con el
papel higiénico para disfrazarme de momia, acabo súper mareado de
dar tantas vueltas.
Y ahora os adelanto la gran exclusiva sobre mi
próximo personaje: voy a ser “Indiana Ratones”. Ya tengo
localizada una cazadora y un sombrero de “Ken Explorador” que me
va a venir de cine, y para el látigo ¿Se os ocurre algo mejor que
mi rabo? Estoy deseando comenzar a elaborar mi puesta en escena.
¡Ojalá pueda utilizar el volcán que Oscar hizo para la clase de
ciencias!¡Tiene unos efectos especiales estupendos!
¡Oh, oh! Se acabó lo que se daba. Ya son las
cinco y mi familia ha vuelto, así que yo a mi jaulita a dar vueltas
en mi rueda como si nada. Volveré para contaros mis nuevas aventuras
o quién sabe, quizá un día sepáis de mí, más allá de estás
páginas. ¡Hasta la vista!
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