miércoles, 30 de octubre de 2013

AVENTURAS DE ANDAR POR CASA




Mi nombre es Ter, Hams Ter.

Y como mi héroe, James Bond, tengo un alma de aventurero, eso sí atrapada en un cuerpecito de roedor.

Soy la mascota de una familia corriente y moliente: padre y madre trabajadores con la parejita típica: Vera, de 7 años loca por el “Mundo Barbie” , “Las Bratzs” y “Hello Kitty”. Y Óscar, de 10, fan de la ciencia ficción, las aventuras y todo lo que implique acción.

Vivimos en un adosado de una urbanización a las afueras de la ciudad que cada mañana se queda vacía cuando comienza el ir y venir de coches hacia el colegio y las oficinas.

De 8 y media a 5 es la libertad, porque salvo las horas que viene Paquita, la asistenta, la casa se queda para mí solo y es entonces cuando me entreno para el día en que pueda hacer realidad mi gran aventura más allá de estas cuatro paredes, como mi primo sexto “Ratatouille”, a quien admiro por encima de todo. Es mi modelo y mi inspiración. De la nada al estrellato. Eso sí que tiene mérito.

Y es que yo, además de este ansia por la aventura, soy un enamorado del cine. Y son estas dos pasiones combinadas las que ocupan mi cabeza ideando ensayos y pruebas para llevar a la práctica.

Afortunadamente en los armarios de mis dueños dispongo de abundante material para montar mis historias , y como son niño y niña, encuentro vestuario, maquillaje, actrices y actores secundarios, vehículos, decoración....¡No puedo quejarme!



Pero no quiero entretenerme más en estos detalles sin importancia sino pasar a contaros todas y cada una de mis aventuras de andar por casa.

¿Qué tal si empezamos por 007, el famoso James Bond? Por supuesto que en esta representación yo soy el auténtico protagonista y para ello, me voy al armario de los juguetes de Vera, le cojo prestado un smoking a Ken, y me acerco a Barbie elevando la ceja con gesto seductor , presentándome: “Mi nombre es Ter, Háms Ter”. Y ella, seducida por mis encantos se hace al otro lado del cadillac fucsia y me invita a subir. Es entonces cuando iniciamos la gran carrera por toda la casa. Piso a fondo el acelerador y bajamos por la escalera de caracol jugándonos el tipo. Hacemos derrapes por el pasillo, esquivamos los muebles en un slalom enloquecido y luego la devuelvo sana y salva al armario. Aunque alguna vez se me han acabado las pilas del cadillac en plena acción y me ha tocado subir a hombros el coche con Barbie dentro, porque yo, como Bond, soy todo un caballero.

Otras veces soy un Yedi en mi versión de las Guerra de las Galaxias que yo denomino “El Imperio contra Paca”, porque dejo el cuarto de Oscar como una leonera galáctica, llena de naves, robots, espadas, y claro a la pobre Paquita, la asistenta, no le queda más remedio que recogerlo todo. En estos ensayos la comprobación del estado de las pilas es sumamente importante porque si no me pego unas piñas desde las alturas en la nave espacial que un día me voy a dejar la dentadura clavada en la moqueta.



El montaje de “Piratas de Bañera” me da mucho trabajo. Tengo que colocar el Barco de los Cliks en el camión hormigonera y conducirlo hasta el baño. Una vez allí, abrir los grifos, montar un sistema de poleas...¡Agotador! Y para adaptar la imagen del Capitán Sparrow tengo que optar por quitarle la peluca a una de las princesas Disney y hacerle unas rastas, o tomar prestrada la melena a una especie de “Bratz” gótica que me da un poquito de miedo, o mejor dicho impresión, porque miedo es una palabra que tiene que estar fuera del vocabulario de un aventurero. Una vez que zarpamos, arrojo al agua el bote de gel familiar y el champú, para provocar olas y que la travesía resulte muy agitada, aunque sin pasarse porque una vez volcamos y al intentar salir a la superficie me agarré a la cadena del tapón y sin querer lo quité, ¡vaya susto! me faltó un pelín de roedor para irme por el sumidero, pero tres o cuatro Cliks fueron arrastrados por la corriente. No puede hacer nada para salvarlos, pero bueno, los héroes también comenten fallos.

. A veces este mismo escenario lo utilizo para “Titánic” que yo he cambido a “Ratánic”, pero represento la parte tranquila donde se canta la canción, con “Hello Kitty” de compañera, que es la más rosa y de tamaño más parecido al mío para hacer buena pareja y no naufragar por un exceso de peso en la proa.



Para “Hamsterson Crusoe” utilizo la Isla donde vive Tortu, la otra mascota de la casa, que es un tortuga sin el más mínimo espíritu aventurero. Intento luchar con ella, simulando una batalla a muerte para hacernos con la Isla donde no hay espacio para ambos, pero en cuanto me ve aparecer sale huyendo, a su paso, pero supuestamente huyendo. Así que me estropea el argumento.



Para preparar la “Momia” debo introducirme en la caja de los adornos de Navidad, ¡y vaya belén que se organiza, nunca mejor dicho!, porque se me enreda el espumillón en las patas y me lo tengo que quitar a mordiscos. De aquí, saco los camellos, aunque vayan los reyes Magos encima, pero yo como si no los viera. Cojo un poquito de serrín para hacer el desierto y lo combino con la haima de Aladín y Yasmín. Lo más complicado es liarme con el papel higiénico para disfrazarme de momia, acabo súper mareado de dar tantas vueltas.



Y ahora os adelanto la gran exclusiva sobre mi próximo personaje: voy a ser “Indiana Ratones”. Ya tengo localizada una cazadora y un sombrero de “Ken Explorador” que me va a venir de cine, y para el látigo ¿Se os ocurre algo mejor que mi rabo? Estoy deseando comenzar a elaborar mi puesta en escena. ¡Ojalá pueda utilizar el volcán que Oscar hizo para la clase de ciencias!¡Tiene unos efectos especiales estupendos!

¡Oh, oh! Se acabó lo que se daba. Ya son las cinco y mi familia ha vuelto, así que yo a mi jaulita a dar vueltas en mi rueda como si nada. Volveré para contaros mis nuevas aventuras o quién sabe, quizá un día sepáis de mí, más allá de estás páginas. ¡Hasta la vista!









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