Luego fué un gramófono, en la Biblioteca Nacional de Escocia, hecho de páginas del libro La música del adiós de Ian Rankin. También apareció un diorama, en la Filmoteca de Edimburgo, donde los personajes de una película parecían salir de la pantalla y soprender a los espectadores. La tercera escultura fue una lupa unida a un acertijo y a un libro.
Cuando parecía que la historia había terminado, ¡volvieron a aparecer más esculturas! La más reciente fue la enviada al Edinburgh UNESCO City of Literature. Un par de alas de papel dentro de una especie de baúl de viaje. Este paquete contenía además una copia de The Birds and Other Stories, de Daphne du Maurier, junto con un mapa que tiene bordado a Edimburgo y sus alrededores y unas notas que dicen “libre para volar” y “mirando hacia el cielo”
Así que me lanzo a explorar en intenet y encuentro multitud de artistas que emplean libros como soporte artístico. Unos, jugando con la textura de las páginas. Otros, dando vida a las historias con delicados recortes. Algunos, liberando a criaturas escondidas en el interior de los libros. Pero además, hay quienes socavan el alma de los libros para mostrar lo que ocultan en sus entrañas. Y todos, en una poética alianza de papel, palabras, historias y arte donde los personajes y los escenarios imaginados buscan hacerse reales, tomar cuerpo y vivir una experiencia diferente más allá de los límites marcados por los tomos.
Aquí os dejo un ejemplo de aquello que parece ser una explosión de magia, una fantasía que desborda las páginas para hacerse teatro, sueño corpóreo. Que lo disfrutéis.
Y como punto y final, esta increíble instalación de torre de libros con espejos interiores que producen un efecto de infinito, obra del artista Matej Kren, realizada para la Biblioteca de Praga. Nada mejor para simbolizar mi deseo de perpetuidad y eternidad para los libros.