lunes, 5 de mayo de 2014

MENÚ PARA LOS DESAGUISADOS DE LA VIDA: PICADILLO DE PREOCUPACIONES SOBRE LECHO DE SERENIDAD


Para algunas de mis amigas la ansiedad cocinada en el trabajo es el pan nuestro de todos los días. Dedicada a ellas, una receta que deja las preocupaciones hechas picadillo. Y como remate, una tisana del Bosque de las Hadas para dormir como benditas.





INGREDIENTES:
- Preocupación de una pieza
-Una caja de miedos surtidos, rellenos de "no soy capaz", "me van a echar", "soy más lenta que el caballo del malo", "no me da tiempo", "el jefe me odia", "ese compañero me mira mal", "soy la peor","me van a abroncar", y todos esos bombones insanos que nos gusta paladear, vacíos de alimento para el alma y rebosantes de calorías huecas para calentarnos la cabeza.
 -Unas gotas de aceite de intimidación.
-Un racimo de inseguridades imaginarias.
-Una jícara de pesimismo.
-Lágrimas negras.
-Depresión en rama.
-Polvos de autoestima.
-Un chorrito de sentido de humor.
-Un manojo de confianza, alegría y optimismo.


PREPARACIÓN:
Se toma la preocupación de una pieza, y con alevosía , premeditación  y sin previo aviso, se la golpea reiteradamente con un mazo de cocina  hasta ablandarla. Puede que se resista, pero nos dejará de lo más relajadas. A continuación la introduciremos en una olla de cocinar ilusiones, salteándola primero en aceite de intimidación. Veremos cómo se va reduciendo a la par que toma otro color.
Abrimos entonces la caja de miedos surtidos y añadimos al gusto aquellos que más nos torturan, doblando la cantidad si fuera necesario del que nos provoque un malestar mayor. Observaremos cómo se derriten a la par que nuestra ansiedad se diluye con ellos. Es el momento de, una a una, desgranar todo el racimo de nuestras inseguridades imaginarias. Escucharemos una sucesión de "blups" en nuestra cabeza: es el sonido de las inseguridades al estallar . Y ya, para culminar la reducción, sólo habrá que mezclar en el mortero una ramita de depresión, junto a la jícara de pesimismo y unos cuantas lágrimas negras, de esas que salen del fondo del alma, machacarlas con el mortero y verterlas en la olla, dejándolas a fuego lento y viéndolas evaporarse con fuertes estertores.
Antes de servir, trinchar la preocupación hasta el punto de hacerla picadillo, espolvorear por encima con la autoestima generosamente y acompañarla de una ensalada de serenidad a base de hojas de un manojo variado de confianza, alegría y optimismo rociado con un chorrito de buen humor.
Y para favorecer la digestión, nada mejor que culminar el festín con una tisana del Bosque de las Hadas, cuyas alas nos conducirán volando al mundo de los sueños, libres de preocupaciones y en una completa paz.
Buen provecho, amigas!!!!

2 comentarios:

  1. Lo imprimo y lo clavo en el corcho que tengo a mi izquierda para cocinar el picadillo de ansiedades laborales en cuanto asomen la nariz por mi despacho.

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  2. Una receta estupenda no sólo para la ansiedad producida por el trabajo ,sino para toda clase de ansiedades y preocupaciones.Me encanta la esnsalada !!
    Tu imaginación nunca deja de asombrarme.

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